Aunque es mencionada como un aminoácido por un selecto grupo de científicos, lo cierto es que la L-Carnitina es una sustancia creada por el propio cuerpo a partir de los aminoácidos lisina y la metionina, que para su correcta síntesis es necesaria la intervención de la vitamina C, hierro y algunas vitaminas del complejo B.
Dicha síntesis se lleva a cabo principalmente en el hígado, riñón y cerebro a través de una serie de procesos bioquímicos en los que se involucran los aminoácidos y vitaminas ya mencionados.
A lo largo de los años se ha demostrado que la L-Carnitina es esencial en la dieta de las personas de todas las edades, pues a partir de ella se pueden obtener diferentes beneficios a la salud, como en el caso de los niños que es requerida para su crecimiento, mientras que los adultos la necesitan para prolongar la longevidad, entre otros.
La función principal de la L-carnitina es dar un empujón a los ácidos grasos de cadena larga a llegar a la mitocondria de las células con el fin de que estos puedan utilizarse como una fuente de energía. Esto les hace tan indispensables para las personas que buscan mejorar su salud reduciendo el porcentaje de grasa corporal en el cuerpo, y cómo no, permitiendo el desarrollo de una figura mucho más estética. Sin embargo, la L-carnitina no debe considerarse como un quemador de grasas como tal, sino como un nutriente que facilita la oxidación de las mismas a través de su utilización por el organismo.
Hay que tener en cuenta que para que la L-carnitina pueda funcionar adecuadamente, es necesario llevar a cabo una actividad física demandante después de su consumo, ya sea el realizar un entrenamiento con pesas durante 45 minutos, o bien, practicar una sesión de ejercicio cardiovascular a intensidad moderada por más de 30 minutos. De lo contrario, todos los beneficios de oxidación de ácidos grasos no podrían aprovechados.
La principal función de la L-carnitina es la de crear energía para el organismo, permitiendo una mayor oxidación de ácidos grasos en la mitocondria, liberando energía en forma de ATP, por lo que resulta indispensable para actuar como transporte entre las grasas y los centros celulares de reconversión energética.
Pero más allá de ello se han observado a través de diferentes estudios, una compleja serie de beneficios que pueden encontrarse luego de un período de suplementación que puede comprender hasta los 6 meses.
A elevar los niveles de L-carnitina en el músculo, el cuerpo se volverá más eficiente en el procesamiento del combustible, aumentado al mismo tiempo los niveles de energía. Como resultado secundario también se logra un mayor rendimiento físico en la quema de grasas, previniendo la degradación del glucógeno y mejorando la respuesta de la hormona anabólica.
No obstante, para lograr esta reacción es necesario contar con los niveles adecuados de Omega 3, así como de insulina, que será la encargada de suministrar la sustancia hacia los músculos.
Es bien sabido que el Omega-3 repercute de manera benéfica en las células del cuerpo, las cuales están formadas por dos capas de lípidos, ya sean grasas buenas y grasas malas. Cuando una célula está compuesta por una capa de grasa buena, como lo son es el omega 3, dicha célula tendrá una mejor respuesta a la insulina, permitiendo una mayor obtención de energía en el cuerpo.
Además, como resultado final, se incrementa la actividad celular, por lo que el metabolismo basal se hace más rápido, incidiendo en una mayor quema de grasas.
El suplementación prolongada con L-carnitina tiene efectos positivos a nivel físico y mental durante los rendimientos. Para poder empezar a gozar de estos beneficios es necesario llevar a cabo un consumo prolongado de esta sustancia, pues primero será necesario elevar los niveles de la misma en el tejido muscular.
Hay estudios que sugieren que el consumo de L-carnitina puede llegar a disminuir el dolor, así como mitigar el daño muscular y el estrés metabólico causado por los ejercicios de alta intensidad, lo que da como resultado una mayor capacidad para levantar más peso, hacer más repeticiones o resistir más tiempo las carreras.
Aunque es posible alcanzar resultados en pocas semanas, se requiere de entre 3 y 6 meses de suplementación continua para lograr cambios radicales.
Para que la L-carnitina pueda llegar a los músculos es necesaria la intervención de la insulina. El Omega 3 puede ser un excelente aliado en la tarea.
La razón por la que es posible mejorar el rendimiento en una sesión de ejercicios intensa se debe a una menor producción de ácido láctico en los músculos, el cual ocasiona un mayor dolor y fatiga en el tejido. Al producir menos ácido láctico, la eliminación del mismo se logra mucho más rápido y por tanto, la recuperación también se logra en un menor tiempo.
Por otra parte, el consumo de la L-carnitina también mejora la respuesta anabólica al ejercicio al optimizar los receptores andrógenos, lo que a su vez permite una mejor captación celular de la testosterona y una mayor síntesis de proteína. Todo ello propicia a una regeneración más rápida de los músculos dañados durante el entrenamiento.
Específicamente, se encontró que la L-carnitina reduce la mortalidad hasta en un 30%, mientras que el riesgo de padecer arritmias cardiacas y los síntomas de angina de pecho se veían reducidos hasta en un 65 y 40%, respectivamente. Lo mismo aplica para la aterosclerosis, es decir, que ayuda a combatirla, más no la provoca.
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