El hígado graso es una patología generalmente benigna que posee unos síntomas -a veces- claros y un tratamiento a seguir para reducir la grasa en el hígado.
Aunque también es cierto que existen pacientes que no tienen síntomas, cuestión peligrosa hasta cierto punto dado que la enfermedad puede evolucionar de manera silenciosa a estadios más graves.
Hace algunos años el hígado graso se relacionaba con el consumo de alcohol en grandes cantidades, aunque en la actualidad cada vez son más los especialistas que relacionan el aumento de personas con esta patología con los altos niveles de obesidad, de colesterol y triglicéridos (cómo bajar los triglicéridos altos).
Síntomas del hígado graso
Son diversos los síntomas del hígado graso, aunque también es cierto que no todos los pacientes presentan síntomas. Por regla general, los más habituales tienden a ser los siguientes:
- Dolor en la parte superior derecha del abdomen.
- Malestar general.
- Cansancio.
- Fatiga crónica.
- Pérdida de peso.
- Sensación de pesadez.
- En algunas ocasiones, ictericia.
Evolución del hígado graso
Generalmente el hígado graso es una patología benigna que tiende a no evolucionar a estadios más graves de la enfermedad.
Una vez se detecta la aparición de hígado graso (a través de ecografía abdominal), se deben tomar las medidas necesarias para eliminar esa grasa en el hígado, y evitar con ello que el hígado graso evolucione a esteatohepatitis (hígado inflamado, aumentado de tamaño, en este caso causado por acumulación de grasa abundante y en exceso), y de ahí a una posible cirrosis y/o cáncer.
¿es posible prevenir el higado graso?
Teniendo en cuenta que, en la actualidad, la mayoría de casos que se diagnostican de hígado graso son causados por los hábitos y por el estilo de vida que seguimos a día de hoy, es evidente que el higado graso o esteatosis hepática se puede prevenir. Incluso no solo podemos decir que se puede prevenir, sino que en caso de ser detectado y estar ya presente, se puede curar.
Por tanto, para prevenirlo es importantísimo seguir un estilo de vida saludable, basado en el seguimiento de una dieta variada y equilibrada, rica en alimentos frescos y saludables, y baja en grasas. En este sentido, por ejemplo, podemos poner como ejemplo la dieta mediterránea, considerada -de hecho- como una de las dietas más sanas que existen. La clave, como vemos, está en evitar el sobrepeso y la obesidad, y en mantener una alimentación lo más saludable posible.
Dado que el alcohol es otro de los enemigos para la salud de nuestro hígado, y que interviene de forma decisiva en la acumulación de grasa en este órgano, es fundamental eliminar por completo el alcohol de nuestra dieta. No obstante, existe cierta controversia sobre cómo actuarían determinadas bebidas alcohólicas “más saludables” sobre el hígado, como es el caso del vino, ya que algunos estudios constataron en su momento que consumir una copa de vino al día ayudaba a prevenir el hígado graso y a evitar que la grasa se acumulara en él. En cualquier caso, dado que no existe acuerdo por parte de la comunidad médica, la recomendación básica es simple: evitar o reducir casi al completo el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica.
Como indicábamos, el sobrepeso y la obesidad influyen en la aparición de grasa en el hígado, de la misma forma que también lo hace la diabetes (que, dicho sea de paso, puede aparecer a su vez por tener exceso de peso). Por ello, es importantísimo reducir nuestro peso poco a poco con ayuda de un nutricionista, mediante una dieta personalizada y adecuada a nuestras condiciones y circunstancias personales. Muchos estudios científicos han constatado que con una reducción moderada del peso se consigue revertir e incluso eliminar la presencia de grasa en el hígado.
Por otra parte, cuando practicamos ejercicio físico con regularidad aumentamos nuestro metabolismo y quemamos grasas. Es una actividad que ayuda de forma muy positiva en caso de tener hígado graso, especialmente si practicamos algún tipo de ejercicio aeróbico, como por ejemplo correr o caminar. Basta con practicarlo con cierta regularidad, a ser posible cada día y durante al menos 30 minutos cada vez.
Teniendo en cuenta que niveles altos de colesterol y de triglicéridos pueden igualmente influir en su aparición, es conveniente reducir los niveles altos de grasas en la sangre. En este caso, los consejos preventivos indicados anteriormente son igualmente útiles y recomendados.
También existen trucos y consejos que permiten depurar el hígado, y que ayudan ante cualquier patología relacionada con este importante órgano.